Antecedentes de la creación de la Escuela de Ingenierías Agrarias
Texto extractado del trabajo sobre orígenes e historia de la Escuela de Ingenierías Agrarias presentado por Dª Dionisia Sayago Hernández en la Universidad de los Mayores, curso 2004-2005.
El 26 de abril de 1905, el Rey de España D. Alfonso XIII colocó la primera piedra de lo que sería Escuela Práctica de Agricultura (edificio “Alfonso XIII” de la actual Escuela de Ingenierías Agrarias), la primera en la Región Agronómica formada por La Mancha y Extremadura.
Previamente hay que señalar que las primeras noticias encontradas sobre estudios agrícolas en Extremadura datan de 1819, dado que una de las 6 Cátedras creadas por la Real Orden en ese año correspondía a Badajoz, y así se cumplió. Las otras cinco eran: Toledo, Sevilla, Burgos, León y Valencia.
Las Cortes de Cádiz en 1831 admiten parcialmente el Programa elaborado por Jovellanos (ilustrado español) y por él se orientarán las disposiciones sobre la enseñanza Agrícola durante el siglo XIX. D. Julián de Luna y Peña informaba en 1836 al Presidente de los Amigos del País de lo siguiente: La Cátedra de Agricultura no tiene a su disposición un palmo de terreno, un sólo árbol en que poder hacer visible y demostrar prácticamente la gran ventaja de proceder en el cultivo con arreglo a las máximas de las Ciencias Agrarias.
Una vía distinta, pero paralela, sigue la Junta Provincial de Agricultura, y luego el Ayuntamiento, solicitando un lugar donde fomentar los estudios agrícolas. En el Archivo Central de la Administración, existe un documento fechado en 1854 y dirigido al Ministro de Fomento, en el que la Junta de Agricultura de Badajoz expone: la conveniencia, o mejor dicho, la necesidad que hay de establecer en esta provincia, esencialmente agricultora, una Casa de Labor-modelo que tenga por objeto demostrar de una manera práctica los cultivos más adaptables en el país, introduciendo y ensayando en las diferentes comarcas agrícolas del mismo, nuevos instrumentos de labranza…
No parece que tuviera éxito tan razonable petición, porque en 1862 la Diputación escribe al Ministerio pidiendo la excepción de venta de unos terrenos públicos para establecer en ellos una Granja Regional (prueba de que aún no se había instalado).
Tampoco la gestión fue eficaz esta vez, y en 1873 cursan otra petición acompañada de amplio y razonado informe, donde se alegan las condiciones climatológicas y otras justificaciones. Una de ellas es: la conveniencia y oportunidad, emanadas de estas mismas condiciones, para la aclimatación de plantas, no de un coste excesivo, ni de un éxito dudoso, sino de aquellas que, como el tabaco, el algodón y algunas otras, continúan siendo en América un manantial inagotable de riqueza y un medio poderoso para acudir al sustento de innumerables familias pobres, que no siempre lo encuentran en el cultivo de los cereales y las vides, únicos productos que explota hoy esta agricultora provincia…
El Ayuntamiento de Badajoz propone en su sesión de 23 de abril de 1894 crear una Granja-Modelo.
En 1904 al oficializar los estudios de Agricultura con el Reglamento de 15 de Enero, se divide el mapa de España en 11 Regiones Agronómicas. En cada una de ellas se instaló una Granja Instituto de Agricultura o Granja Escuela Práctica de Agricultura. La correspondiente a la Región Agronómica denominada La Mancha y Extremadura recayó en Badajoz, donde encontrar el emplazamiento idóneo supuso una vez más el proverbial retraso.
Algo tan ansiado y necesario pronto dejó patente su importancia por la serie de actividades llevadas a cabo y el entusiasmo desplegado. La prensa local se hizo eco frecuentemente de los avances conseguidos y a su vez, el Ingeniero Director D. Eduardo Fernández invita a los agricultores para que aprovechen los conocimientos agrícolas que están dispuestos a impartirles una vez experimentados.
A las doce del día 26 de abril de 1905 el Rey Alfonso XIII colocaba la primera piedra en los terrenos llamados de Santa Engracia, donde habían de inaugurarse las obras de la Granja Agrícola que se había dignado conceder a Badajoz, a instancias reiteradísimas del pueblo.
En el terreno que ha de ocupar el espacioso edificio de la Granja, y en lo que ha de ser su fachada principal, hay un pabellón cuadrado algo elevado sobre el terreno, para que en él se firme el acta correspondiente. Cada uno de los cuatro lados del pabellón está formado por cuatro postes, dejando tres huecos, mayor el del centro que los laterales, cuyos postes están unidos por arriba por un friso de enrejado que termina en crestería, y del que cuelga una guarda-malleta por todo su contorno y una guirnalda en cada hueco.
Tiene en el frente que mira a Badajoz una escalinata para el acceso del Rey al pabellón y, al lado opuesto, otra por donde haya de bajar para inaugurar las obras y los trabajos agrícolas que son objeto de la Granja.
A la hora anunciada, se encontraban en el pabellón antes aludido el Sr. Obispo de la Diócesis, Don Félix Soto Mancera, revestido de Pontifical; bendijo la primera piedra labrada para la Granja Agrícola acompañado de los muy ilustres Sres. Deán, Arcipreste, Arcediano y Canónigo Sr. Pagador, el Presidente de la Cámara Agrícola Sr. Vizconde del Parque y muchos socios y labradores de la misma. También se hallaba el notario Don Jesús Rubio para levantar el acta consiguiente.
El Rey fue quien dio el primer golpe de azada en terrero que desde entonces forma la Granja Agrícola, sirviéndose para ello de una lujosa herramienta construida por el Concejal del Ayuntamiento de Badajoz Don Miguel Cuello, partiéndose el mango de la herramienta.
A un mensaje leído por el Sr. Don Eusebio Bravo, Presidente de la Diputación provincial de Badajoz, otro notable, que leyó el Sr. Vizconde del Parque, Presidente honorario de la Cámara Agrícola, contestó con un elocuente discurso el Excelentísimo Sr. Marqués de Vadillo, Ministro de Agricultura, haciendo resaltar el solicito interés demostrado por el monarca inaugurando personalmente las obras de la Granja Agrícola de Badajoz.
Recogió el Rey los mensajes que había escuchado atentamente y de los cuales el segundo estaba escrito en pergamino, constituyendo magnífica obra de arte que honra a su autor Don José Rebollo, y estampando Don Alfonso XIII su firma en el acta, que de la inauguración extendió y leyó el notario Don José Rubio y Pérez-Dávila, terminó aquella solemne ceremonia.